Mi trabajo con niños ha cambiado con el tiempo. Al principio los citaba varias veces, una vez
por semana y trabajaba con terapia de juego, en otras un material que traduje de un libro para niños que
vivieron abuso sexual. Después se lo di a la madre para que lo trabajara en casa y los citaba
cada 15 días y fui aprendiendo con el
tiempo que una vez que los niños sentían
que su madre les creía y entendían que no tuvieron la culpa, que no habían
hecho nada malo y que el ofensor era el responsable y que su cuerpo es hermoso,
las madres me decían que seguían bien. Yo me di cuenta que al decírselo a la madre y ésta creerles, los niños
mejoraban automáticamente. Y cuando los llevan conmigo al principio
llegan hasta malhumorados y rejegos, y conforme les voy explicando e
interactuamos se van relajando y ¡hasta los codos ponen sobre la mesa con mucho interés, participando y opinando!
Ahora lo manejo en una sesión como se verá más adelante y escribo
las ideas principales en una hoja para que se lleven a su casa. Siempre dejo la
cita abierta, que si necesitan algo me llamen y rara vez lo hacen. Cuando les
vuelvo a dar otra cita van y la sesión dura pocos minutos porque la niña o el
niño refiere sentirse bien y la madre refiere que el comportamiento de su hijo
o hija volvió a ser como era y que está tranquila.
Estamos acostumbrados a escuchar lo mucho que “trauma” una
experiencia de abuso sexual, y por lo tanto esperamos que el manejo o
“tratamiento” (como con frecuencia se le llama) dure mucho tiempo. En mi experiencia, trabajando con niñas se
puede resolver en una sesión. No es
magia, creo que influye el que yo sea médica (ya saben todo el poder y
credibilidad que tenemos los médicos, lo cual creo que es exagerado, pero en
este caso, ayuda), y la convicción de llamar las cosas por su nombre, lo que
facilita que salgan adelante. Llamarlo
abuso, quitar culpas, responsabilizar al agresor y no a la madre, reconocer las respuestas del niño o niña ante lo que pasó y ligarlo a lo que valoran y todo lo que
he compartido en este blog es lo que ayuda.
Me han dicho que cómo es posible que yo diga que en una sesión la
niña estará bien si el abuso sexual es una experiencia “muy traumática”, o no
me lo preguntan y veo cara de incredulidad cuando comento mi experiencia.
En una ocasión una madre volvió con
su hijo porque la maestra de la escuela había dicho que no era suficiente,
¿cómo era posible? Al preguntarle a la madre cómo veía al niño, ella contestó
que estaba bien, que ya era como antes, hacía caso, no tenía pesadillas, hacía
su tarea. Y al preguntarle al niño refirió que se sentía mucho mejor.
Es la convicción de que los problemas son socialmente construidos
como refiere White (1995). Las manifestaciones del abuso sexual tienen que ver
con la manera en que la sociedad en que vivimos maneja la sexualidad tan
diferente para hombres que para mujeres.
Si tener sexo a edad muy temprana fuera valorado para las mujeres, casi seguro,
nadie se sentiría mal o si no se
comentara lo que se comenta de la homosexualidad, probablemente los hombres no estarían tan aterrorizados con
una experiencia así. Los “síntomas”
vienen porque la mujer teme haber “perdido” la virginidad, el niño teme
“hacerse gay” al recordar la experiencia de abuso con un hombre, o si la tuvo
con una mujer y no lo disfrutó o no “pudo” se pregunta si será por ser
homosexual. Además de esto, es la
convicción de llamar las cosas por su nombre, es un abuso, una injusticia, los
niños jamás tendrán la culpa, solo el ofensor, no pasa por descuido de las
madres y todo lo que ya he comentado en este blog favorece que la persona
salga adelante. Necesitamos entender que el abuso sexual es un abuso de poder
en el que se usa lo sexual para lastimar. Que hace daño porque además de lo que
acabo de comentar, cosifica a las personas, utiliza a las personas como
objetos.
En una ocasión vi a una
niña de 4 años que vivió abuso por su padre.
La pareja estaba divorciada. A partir del abuso se cancelaron las
visitas con el padre y la niña estaba muy enojada con su mamá a quien veía como
responsable de no verlo. Trabajamos un par de sesiones más. Pero esto es lo
menos frecuente.
En otras ocasiones las señoras
acuden al lugar donde trabajo por otros motivos y cuando nos topamos en los pasillos suelen comentarme
que sus hijos continúan bien después de que hablamos.
A veces después del abuso
los niños no se sienten maltratados o traumatizados y al acercarse a la
adolescencia, cuando empiezan a conocer el comportamiento sexual adecuado e
inadecuado, el recuerdo del abuso y el silencio puede llevarlos a sentirse
culpables, que no merecen nada bueno, creer que son homosexuales (los niños) y
que ya están “manchadas” (las niñas).
En una ocasión, una niña de 11 años que me la llevaron por abuso,
aparentemente no hacía mucho caso y escuchaba con indiferencia lo que yo le
decía a su mamá. Volteé con ella y le dije “seguro que has escuchado que las
muchachas que se dejan manosear son unas voladas”. Asintió viéndome con ojos asombrados, “Pues
lo que te pasó a ti es diferente” le dije, “tú eras una niña y no te quedó más
remedio porque es difícil luchar contra un adulto, no tienes la culpa y eso no
te ensucia ni te mancha ni eres mercancía defectuosa. Tampoco eres una “volada”. Tu cuerpo es
hermoso y virgen”. Claro no fue así de autoritario lo que conversé, y ahora les voy haciendo preguntas y juntas llegamos a estas conclusiones.
Siempre me impresiona ver el cambio, la tranquilidad y la manera
como se relajan y se sienten en confianza. Su actitud cambia diametralmente. Y esto es muy gratificante y es lo que
me mantiene trabajando en esto.
Hay mucha confusión en este tema aunque cada vez menos, o eso quiero pensar. Por
ejemplo una vez llegó una madre angustiada porque la maestra de su niño de 8
años le había dicho que era gay y que lo aceptara y lo quisiera como es. Esto fue porque encontró al niño con otro de
su edad y de su sexo en exploración sexual.
En otras ocasiones un niño de 12 abusó de su primo de 6 (intentó penetrarlo por el ano) y un
profesional le dijo a los padres que era
un comportamiento normal, curiosidad porque iba a entrar a la
adolescencia.
En el primer caso, el niño no es gay y en el segundo, se trata de
abuso sexual y ya veremos por qué, no es un comportamiento sexual normal para
un niño de 12, todo esto lo ampliaré en la próxima entrada.