domingo, 7 de septiembre de 2014

El "entrenamiento" del ofensor

Cuando el abuso no se destapa o si lo hace, no le creen y la acusan (algunas mujeres me han contado que le dicen cosas como “tu te lo buscaste” o “bien que te gustaba” o “me quieres quitar a mi pareja”) continuará bajo la misma influencia del secreto y la culpa, y sus experiencias como mujer adulta estarán bajo la creencia de que ella es culpable o que está dañada, Kamsler (1998). Por ejemplo, si tiene problemas sexuales con su pareja, buscará ayuda profesional y recibirá un diagnóstico lo que confirmará su visión de estar dañada, quedando invisible el delito de abuso sexual y la injusticia vivida.

De alguna manera, continúa diciendo Kamsler (1993), el ofensor envía el mensaje de que ella es culpable del abuso: “tu me provocaste”,“tú lo pediste con tu manera de ser”, “porqué  te vistes así”. Generalmente el ofensor niega la responsabilidad del impacto del abuso en la niña y las consecuencias para su familia. A mí me impresiona la ignorancia del ofensor, cuando he trabajado con ellos y les comento todo lo que su acción provoca, me refieren que no lo sabían y se ven muy conmovidos, algunos hasta derraman una lágrima. Creo que esto tiene que ver, entre muchas otras razones, con la sociedad en que vivimos que es permisiva con los hombres de sus acciones sexuales y culpabiliza a la mujer por éstas, haciéndola responsable de las acciones del varón. Esta idea está fuertemente reforzada por los mensajes que la niña recibe del contexto social que dice “solo las chicas malas son violadas”, “las niñas son seductoras” o con mensajes como"No debes vestirte así", “¿por qué no gritaste?” como si todas tuvieran que gritar y esto fuera suficiente para detenerlos. Se olvidan también que el miedo paraliza. Olvidan que simplemente no hay una excusa para ser tratadas así.
  
El ofensor promueve activamente el secreto, refieren Lain y Kamsler (1993): ”en virtud de su posición de padre y de hombre.  Esta posición es la que permite también seguir teniendo acceso a la víctima y no hacerse responsable de su conducta” teniendo así una gran influencia en lo que la niña piensa de si misma, por ejemplo a una mujer su padre le decía que lo que hacían estaba mal y que solo las niñas malas lo hacían, y con esto la separa de otros miembros de la familia. Cuando niña, la mujer no puede checar su propia realidad con otros, a causa del secreto y esto contribuye a que se sienta aislada y confusa, con culpa y vergüenza ya que no hay quien desmienta estas ideas".

Si el ofensor es un adulto conocido, cercano a la familia, sobre todo si es el padre o el hermano mayor, le será difícil confiar en los demás porque si estas personas debieron cuidarla y no lo hicieron, la traicionaron, qué podría esperar de los demás, según me han comentado algunas mujeres.

El ofensor tiene el poder de crear la realidad del abuso, quizá diciendo cosas como “todos los padres hacen esto, es por tu bien”, “bien que te gusta”, “es nuestro secreto” para justificar sus acciones, y evadir su responsabilidad (Laing y Kamsler 1993). Todo esto contribuye al desarrollo de inseguridad o dudar de sí  misma, a volverse vulnerable y borrar sus propios sentimientos, verse como alguien mala, merecedora de ese trato, convencida de que es indigna de amor Laing y Kamsler (1993).

El ofensor puede obligar a la víctima a mantener el secreto de muchas maneras, continúan diciendo Laing y Kamsler (1993), dependiendo de la edad.  Si es niña le puede decir que es un “juego secreto especial”, si es una adolescente podrá amenazarla con quitarle privilegios o hasta acusarla de que “se mete con el novio y me echa la culpa” como me contó una mujer, que ese fue el comentario de su padre cuando ella intentó destaparlo. O puede amenazarla con violentarla a ella o a los demás miembros de una familia.

Me han comentado niñas que les han dicho que si hablan o dicen algo, matarán a los padres o al hermano, y para una niña pequeña, esto es creíble y amenazante.

Una mujer me comentaba cómo su padre abusaba de ella, la embarazó tres veces, y tres veces la llevó a abortar, y con cada aborto poniéndola en riesgo porque la primera vez la llevó con una enfermera y cada vez a lugares menos indicados,  alegando en la familia que ella andaba de "loca" con el novio. Ella ni siquiera tenía novio. Cuando ella se negaba, el padre golpeaba a su mamá Y cuando una tía se la llevó lejos, el padre no daba el mismo sustento a la casa, y los maltrataba por lo que la familia le rogaba que volviera porque ella si “podía hacer que él diera”, sin saber a qué precio.

La relación con el ofensor desarrollan en ella sentimientos de enorme responsabilidad por los demás.  El puede sugerir cosas como “si dices algo, me mandarán lejos” o “si le dices a mamá se pondrá muy triste y muy mal” o “tu eres la única que me entiende”.

Otra historia que les comparto es de una niña a quien además de lo anterior, su papá le decía que ella era "mejor" que su madre, que él gozaba más con ella que con su madre. Su padre abusaba de ella desde los 3 años hasta los 13. Ella denunció y se retractó por insistencia de la familia “pobrecito, si lo meten a la cárcel, es tu padre,  ¿cómo puedes hacer algo así?

O “si tú no te dejas, se lo hago a tu hermana”, es otro comentario común. Coincido con Kamsler (1998) en que el efecto de esto es que la mujer recibe instrucciones intensivas de poner las necesidades de otros primero, y las de ella al último. Ahora en vez de buscar razones internas para esta situación, les pregunto sus razones, sus motivos e intenciones de haber respondido de esa manera (Yuen 2009), en lugar de interpretarlo, les pregunto que porqué cuidaba de sus hermanas menores. Las respuestas tienen que ver con el cariño, con no querer que su hermana viva lo que ella, deseos de protección porque valoran y aprecian a la familia y/o la hermandad. Y aprovecho para comentar algo como “parece que el abuso no pudo destruir lo que es importante para ti” lo que da otra perspectiva porque vemos que sus valores y convicciones son mas fuertes.

Las diversas formas en que el ofensor ejerce control sobre la niña, continua Kamsler (1998), ya sea directa o sutilmente, por ejemplo con intimidación, violencia, para así continuar teniendo acceso a ella para satisfacer sus necesidades. Es como si la niña recibiera el mensaje de “tú no importas, solo yo” o “tú no vales, no tienes derecho” Lain y Kamsler (1993). Esto facilita el desarrollo de respuestas habituales de culpa, miedo y pánico en relaciones íntimas cuando se vuelva adulta, como lo comentan algunas mujeres.

Por lo tanto, coincido con Kamsler (1998) la mujer que fue sexualmente abusada en la infancia se verá no solo influenciada por el pasado sino que está bajo la influencia de un número de prescripciones para cómo sentir, ser y pensar, las cuales fueron activamente promovidas por el ofensor en su interacción con ella.

De acuerdo con Kamsler (1998), está claro que hay un alto grado de acomodo entre estas prescripciones y las definiciones del rol predominante para las mujeres que se expresan en una ideología patriarcal.  Kamsler, citando a Waldby comenta que “la esencia del entendimiento feminista del incesto está formado por la declaración de que el abuso sexual padre-hija es una variante particularmente intensa de las relaciones “normales” del hombre-mujer en una sociedad patriarcal.

Refiere también que las víctimas del incesto viven la quintaesencia de la opresión femenina – donde se introduce el rol de esposa sumisa, obediente y sin poder. Las relaciones de la niña con el ofensor pueden ser descritas como un “entrenamiento intensivo” para que  quede en el rol estereotipado de sumisión de la mujer y así responder en otras relaciones significativas siguiendo ese entrenamiento, pondrá sus necesidades a un lado, y desarrolla el tipo de vida de “ser para los otros” en sus relaciones siendo pasiva y obediente, de este modo, continua Lain y Kamsler (1993), aprende a anteponer los deseos de los demás a los propios, de tal modo que los demás encuentran dificultad para ayudarla o cuidar de ella.

Todo esto queda ciego cuando se ven las consecuencias del abuso sexual como algo intrapsíquico de la vida de la mujer  o una alteración de los químicos de su cerebro y no se relaciona el abuso sexual, sobre todo incestuoso, con el comportamiento. Queda ciego todo el "entrenamiento" recibido de sometimiento, la injusticia, la facilidad con que la sociedad de algún modo promueve esta problemática. Y queda ciego todo lo que la persona ha hecho para salir adelante con lo que es valioso e importante, con sus sueños y sus esperanzas y con todo lo que ha logrado a pesar del abuso que vivió.



KAMSLER A.: La formación de la imagen de si misma. Terapia con mujeres que sufrieron abuso sexual durante la infancia. En Terapia del abuso sexual, Durrant M y White ch. Compiladores, 1993 Gedisa editorial

KAMSLER A.: Her-story in the making: Therapy with women who where sexually abused in childhood. En White C. & Denborough D.:Introducing Narrative Therapy: a collection of practice-based writings. Dulwich Center Publications 1998. Australia

LAING L. y Kamsler A. Poner fin al secreto. Terapia para madres e hijos después de haberse revelado el abuso sexual infantile. En Terapia del abuso sexual, Durrant M. y White Ch. Compiladores, 1993 Gedisa editores.


YUEN Angel: Less pain, more gain: Explorations of responses vs. effects when working with the consequences of trauma. Explorations: An E-journal of narrative Practice 2009, Number 1. www.dulwichcentre.com.au/e-journal.html En español: Menos dolor, más ganancia: Exploraciones de las respuestas versus los efectos cuando se trabaja con las consecuencias del trauma. Traducción de www.pranaschile.org  por Carolina Letelier e Ítalo Latorre.