Cuando el abuso no se destapa o
si lo hace, no le creen y la acusan (algunas mujeres me han contado que le dicen cosas como “tu te lo buscaste” o “bien que te gustaba” o “me quieres quitar a mi pareja”) continuará bajo la
misma influencia del secreto y la culpa, y sus experiencias como mujer adulta
estarán bajo la creencia de que ella es culpable o que está dañada, Kamsler (1998). Por ejemplo, si
tiene problemas sexuales con su pareja, buscará ayuda profesional y recibirá un diagnóstico lo que confirmará su
visión de estar dañada, quedando invisible el delito de abuso sexual y la injusticia vivida.
De alguna manera, continúa diciendo Kamsler (1993), el
ofensor envía el mensaje de que ella es culpable del abuso: “tu me provocaste”,“tú
lo pediste con tu manera de ser”, “porqué
te vistes así”. Generalmente el ofensor niega la responsabilidad del
impacto del abuso en la niña y las consecuencias para su familia. A mí me
impresiona la ignorancia del ofensor, cuando he trabajado con ellos y les comento todo lo que su acción provoca, me refieren que no lo sabían y se ven
muy conmovidos, algunos hasta derraman una lágrima. Creo que esto tiene que
ver, entre muchas otras razones, con la sociedad en que vivimos que es
permisiva con los hombres de sus acciones sexuales y culpabiliza a la mujer por
éstas, haciéndola responsable de las acciones del varón. Esta idea está
fuertemente reforzada por los mensajes que la niña recibe del contexto
social que dice “solo las chicas malas son violadas”, “las niñas son
seductoras” o con mensajes como"No debes vestirte así", “¿por qué no gritaste?” como si todas tuvieran
que gritar y esto fuera suficiente para detenerlos. Se olvidan también que el miedo paraliza. Olvidan que simplemente no hay una excusa para ser tratadas así.
El ofensor promueve activamente el secreto, refieren Lain y
Kamsler (1993): ”en virtud de su posición de padre y de hombre. Esta posición es la que permite también seguir
teniendo acceso a la víctima y no hacerse responsable de su conducta” teniendo
así una gran influencia en lo que la niña piensa de si misma, por ejemplo a una
mujer su padre le decía que lo que hacían estaba mal y que solo las niñas malas
lo hacían, y con esto la separa de otros
miembros de la familia. Cuando niña, la mujer no puede checar su propia
realidad con otros, a causa del secreto y esto contribuye a que se sienta
aislada y confusa, con culpa y vergüenza ya que no hay quien desmienta estas ideas".
Si el ofensor es un adulto conocido, cercano a la familia,
sobre todo si es el padre o el hermano mayor, le será difícil confiar en los
demás porque si estas personas debieron cuidarla y no lo hicieron, la
traicionaron, qué podría esperar de los demás, según me han comentado algunas
mujeres.
El ofensor tiene el poder de crear la realidad del abuso,
quizá diciendo cosas como “todos los padres hacen esto, es por tu bien”, “bien
que te gusta”, “es nuestro secreto” para justificar sus acciones, y evadir su
responsabilidad (Laing y Kamsler 1993). Todo esto contribuye al desarrollo de
inseguridad o dudar de sí misma, a
volverse vulnerable y borrar sus propios sentimientos, verse como alguien mala,
merecedora de ese trato, convencida de que es indigna de amor Laing y Kamsler (1993).
El ofensor puede obligar a la víctima a mantener el secreto
de muchas maneras, continúan diciendo Laing y Kamsler (1993), dependiendo de la
edad. Si es niña le puede decir que es
un “juego secreto especial”, si es una adolescente podrá amenazarla con
quitarle privilegios o hasta acusarla de que “se mete con el novio y me echa la
culpa” como me contó una mujer, que ese fue el comentario de su padre cuando
ella intentó destaparlo. O puede amenazarla con violentarla a ella o a los
demás miembros de una familia.
Me han comentado niñas que les
han dicho que si hablan o dicen algo, matarán a los padres o al hermano, y para
una niña pequeña, esto es creíble y amenazante.
Una mujer me comentaba cómo su
padre abusaba de ella, la embarazó tres veces, y tres veces la llevó a abortar,
y con cada aborto poniéndola en riesgo porque la primera vez la llevó con una
enfermera y cada vez a lugares menos indicados, alegando en la familia que ella andaba de "loca" con el novio. Ella ni siquiera tenía novio. Cuando ella se negaba, el padre
golpeaba a su mamá Y cuando una tía se la llevó lejos, el padre no daba el
mismo sustento a la casa, y los maltrataba por lo que la familia le rogaba que
volviera porque ella si “podía hacer que él diera”, sin saber a qué precio.
La relación con el ofensor desarrollan en ella
sentimientos de enorme responsabilidad por los demás. El puede sugerir cosas como “si dices algo,
me mandarán lejos” o “si le dices a mamá se pondrá muy triste y muy mal” o “tu
eres la única que me entiende”.
Otra historia que les comparto
es de una niña a quien además de lo anterior, su papá le decía que ella era "mejor" que su madre, que él gozaba más con ella que con su madre. Su padre
abusaba de ella desde los 3 años hasta los 13. Ella denunció y se retractó por
insistencia de la familia “pobrecito, si lo meten a la cárcel, es tu
padre, ¿cómo puedes hacer algo así?
O “si tú no te dejas, se lo hago a tu hermana”, es otro
comentario común. Coincido con Kamsler (1998) en que el efecto de esto es que
la mujer recibe instrucciones intensivas de poner las necesidades de otros
primero, y las de ella al último. Ahora en vez de buscar razones internas para esta situación,
les pregunto sus razones, sus motivos e intenciones de haber respondido de esa
manera (Yuen 2009), en lugar de interpretarlo, les pregunto que porqué cuidaba
de sus hermanas menores. Las respuestas tienen que ver con el cariño, con no
querer que su hermana viva lo que ella, deseos de protección porque valoran y
aprecian a la familia y/o la hermandad. Y aprovecho para comentar algo como
“parece que el abuso no pudo destruir lo que es importante para ti” lo que da otra perspectiva porque vemos que sus valores y convicciones son mas fuertes.
Las diversas formas en que el ofensor ejerce control sobre
la niña, continua Kamsler (1998), ya sea directa o sutilmente, por ejemplo con
intimidación, violencia, para así continuar teniendo acceso a ella para
satisfacer sus necesidades. Es como si la niña recibiera el mensaje de “tú no
importas, solo yo” o “tú no vales, no tienes derecho” Lain y Kamsler (1993).
Esto facilita el desarrollo de respuestas habituales de culpa, miedo y pánico en
relaciones íntimas cuando se vuelva adulta, como lo comentan algunas mujeres.
Por lo tanto, coincido con Kamsler (1998) la mujer que fue
sexualmente abusada en la infancia se verá no solo influenciada por el pasado
sino que está bajo la influencia de un número de prescripciones para cómo
sentir, ser y pensar, las cuales fueron activamente promovidas por el ofensor
en su interacción con ella.
De acuerdo con Kamsler (1998), está claro que hay un alto
grado de acomodo entre estas prescripciones y las definiciones del rol
predominante para las mujeres que se expresan en una ideología patriarcal. Kamsler, citando a Waldby comenta que “la
esencia del entendimiento feminista del incesto está formado por la declaración
de que el abuso sexual padre-hija es una variante particularmente intensa de
las relaciones “normales” del hombre-mujer en una sociedad patriarcal.
Refiere también que las víctimas del incesto viven la
quintaesencia de la opresión femenina – donde se introduce el rol de esposa
sumisa, obediente y sin poder. Las relaciones de la niña con el ofensor pueden
ser descritas como un “entrenamiento intensivo” para que quede en el rol estereotipado de sumisión de
la mujer y así responder en otras relaciones significativas siguiendo ese
entrenamiento, pondrá sus necesidades a un lado, y desarrolla el tipo de vida
de “ser para los otros” en sus relaciones siendo pasiva y obediente, de este
modo, continua Lain y Kamsler (1993), aprende a anteponer los deseos de los
demás a los propios, de tal modo que los demás encuentran dificultad para
ayudarla o cuidar de ella.
Todo esto queda ciego cuando se ven las consecuencias del
abuso sexual como algo intrapsíquico de la vida de la mujer o una alteración de los químicos de su
cerebro y no se relaciona el abuso sexual, sobre todo incestuoso, con el
comportamiento. Queda ciego todo el "entrenamiento" recibido de sometimiento, la injusticia, la facilidad con que la sociedad de algún modo promueve esta problemática. Y queda ciego todo lo que la persona ha hecho para salir adelante con lo que es valioso e importante, con sus sueños y sus esperanzas y con todo lo que ha logrado a pesar del abuso que vivió.
KAMSLER
A.: La formación de la imagen de si misma. Terapia con mujeres que sufrieron
abuso sexual durante la infancia. En Terapia del abuso sexual, Durrant M y
White ch. Compiladores, 1993 Gedisa editorial
KAMSLER
A.: Her-story in the making: Therapy with women who where sexually abused in
childhood. En White C. & Denborough D.:Introducing Narrative Therapy: a
collection of practice-based writings. Dulwich Center Publications 1998.
Australia
LAING
L. y Kamsler A. Poner fin al secreto. Terapia para madres e hijos después de
haberse revelado el abuso sexual infantile. En Terapia del abuso sexual, Durrant
M. y White Ch. Compiladores, 1993 Gedisa editores.
YUEN
Angel: Less pain, more gain: Explorations of responses vs. effects when working
with the consequences of trauma. Explorations: An E-journal of narrative
Practice 2009, Number 1. www.dulwichcentre.com.au/e-journal.html En español: Menos dolor, más ganancia:
Exploraciones de las respuestas versus los efectos cuando se trabaja con las
consecuencias del trauma. Traducción de www.pranaschile.org
por Carolina Letelier e Ítalo Latorre.
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