domingo, 2 de noviembre de 2014

La Madre y el Abuso Sexual

 Kamsler (1998) refiere que la terapia familiar se explica el abuso sexual hablando de la familia disfuncional, donde esta disfuncionalidad se atribuye principalmente a la madre la cual se dice, ha fallado en su rol de esposa y madre. Se habla del incesto como un síntoma de disfuncionalidad. Se dice incluso que el incesto sirve o tiene la función de mantener a la familia unida porque sus relaciones internas son inestables. Se alega la disfunción de la relación entre el padre y la hija y que el incesto está fuertemente influenciado por los problemas madre-hija y padre-hija. Vazquez Mezquita (1995) habla incluso de las “características de la madre incestuosa”, y hasta de la hija y lo que refiere del padre es muy vago. Parecería que la  responsabilidad es de la madre por "poseer" esas características.

No me cansaré de hacer énfasis de que la madre no es responsable del abuso. Generalmente y en la mayoría de los casos la madre desconoce lo que está pasando. Con mucha frecuencia escucho a los colegas decir: ¿Y dónde estaba esa madre? Pues esa madre o dormía o estaba haciendo la comida o trabajando, insisto, el abuso sexual sucede porque hay alguien que lo hace, no por "descuido" de las madres. Cuando hablo con las mujeres les pregunto, si vieras a una niña "descuidada" ¿qué harías? Y su respuesta es algo como "buscaría a la madre", "la llevaría a su casa", le daría de comer". En otras ocasiones les pregunto si harían tonta a una niña cambiándole un billete de mayor valor por uno de menor valor al cabo no se daría cuenta. Me dicen que no. Cuando les pregunto porqué no se aprovecharían de esa niña o porqué no la maltratarían, me contestan que no porque "es inocente", "no lo merece" o que valoran la infancia. Entonces, reconstruimos las ideas que dominan y concluimos que el abuso no sucede por descuido de las madres sino porque alguien se aprovecha de la situación, impone su poder ante la niña, valora otras cosas porque si valorara lo que ellas, no lo haría.

 Es curioso cómo las personas se enojan más con la madre que por el varón que abusó. Claro, están bajo las ideas de que son las madres las responsables de los hijos e hijas. Si acaso lo sabe es porque ella también lo vivió y está bajo los efectos de lo mismo y no sabe, es tan terrible para ella que le duele y le paraliza que a la hija también le haya pasado, además puede sentirse culpable porque “no la cuidó”. Porque es bien sabido, cómo la sociedad en que vivimos espera que las madres sean "superpoderosas" para cuidar a los hijas, y las acusa por cualquier cosa como si ellas tuvieran esos poderes para protegerlos, y no los hubieran ejercido.

Con mucha frecuencia las mujeres están enojadas con su mamá más que con el ofensor porque dicen que no las cuidó. Las invito a reflexionar sobre qué es lo que el enojo dice de lo que consideran valioso y qué piensan de ello. Generalmente tiene que ver con la valoración de la justicia, de la infancia, de la inocencia que no fue respetada y eso las enoja. A veces de alguna manera exploramos las expectativas culturales que hay para las madres y vemos cómo estaban las cosas en ese entonces, lo que pudiera llevar a una comprensión del porqué la mamá no se dio cuenta.

Cuando el ofensor es su hijo, el que abusó de su hija, esta madre se siente entre la espada y la pared. Por un lado sabe que lo que le pasó a su hija  y por otro lado está su hijo. Es como si la madre se preguntara ¿qué no lo eduqué bien, no le di valores? La sociedad responsabiliza a las madres de todo lo que les pasa a sus hijos. Un estudio norteamericano investigó la incidencia en que las madres eran culpabilizadas de las diferentes psicopatologías de sus hijos en las jornadas clínicas mayores de 1970, 1976 y 1982  y observó que las madres fueron culpadas por un total de 72 diferentes tipos de psicopatologías. La frecuencia no ha variado en los últimos tres años, donde se culpan a las madres en relación a los padres en 5:1 (Garcia C., Surrey J., Weintgarten K 1998)  Es como si la sociedad creyera que la madre pudiera controlarlo todo y existiera la perfección en los humanos y ellas tuvieran  que serlo. Claro, no se le exige la misma "perfección" al que abusa y por desgracia muchas de las veces hasta se les justifica. Sucede más o menos lo mismo cuando es el padre biológico o el padrastro el que abusa ¿a quién escogí como pareja? se preguntan. 

Sobre la marcha vamos conversando de lo que han hecho, desde que se enteraron, las intenciones y valores que hay detrás de lo que hicieron. Porque siempre o casi siempre hacen lo mejor que pueden para con sus hijos. Podría decir que a todas las madres que les pregunto, que qué las sostiene para no darse por vencidas por los problemas, me comentan que sus hijos. Es injusto que la psicología dominante las acuse de tanta cosa ya que generalmente buscan el bienestar de sus hijos.

Y como lo he comentado, las madres se sienten responsables, porque así se ve en la sociedad en que vivimos, que es función exclusiva de la mujer que la familia funcione adecuadamente, como si su pareja no tuviera la misma responsabilidad. Por eso es importante desmentir las ideas que dominan ante esta situación. Hacerlo con la madre, ayuda mucho también.  En mi experiencia muchas veces las madres están tan dolidas por su propio abuso, cuando lo vivieron también y por las situaciones que actualmente viven como un mal matrimonio, una situación económica muy difícil o una relación violenta por parte de su pareja, que es difícil que se den cuenta de lo que les pasa a los hijos porque no se dan a basto.

En una ocasión me llevaron a una chica de 12 años por incesto. La trajo la tía y la abuela, porque la madre no le creía. Invité a la madre a venir, y  asistió  molesta, tensa. Le dije que agradecía su presencia porque percibía el interés por su hija y que la mandé llamar para decirle que yo sabía que ella no era responsable de lo que pasó. El cambio en su cara fue notable, se relajó y el trabajamos juntas en beneficio de ella y su hija.  Estos cambios drásticos los he visto muchas veces cuando la madre se siente escuchada y no enjuiciada.

A veces la familia se angustia ante la posibilidad de que él vaya a prisión y los problemas económicos que pudieran resultar, que son muy reales. Yo les comento que si el señor va a prisión no es porque la hija haya destapado el incesto sino porque él cometió un delito. No es raro que traten de convencer a la hija para que se retracte.

 Así me pasó con una joven de 13 años que tuvo que decir que lo había inventado todo porque le suplicaron que se echara para atrás porque todos iban a estar tristes y victimizaron al ofensor y a la familia.

 Por lo tanto es importante enfatizar que las consecuencias legales son por el delito que se cometió, el abuso sexual es un delito. Hace muchos años me sentía muy entusiasmada a invitar a la familia a que denunciara, yo esperaba que eso modificara las leyes. Ya no, las personas pasan por tantas dificultades, las hacen gastar tanto, dar tantas vueltas que muchas veces arriesgan las madres su trabajo. Si es necesario, hablamos del tema y las madres hacen lo que creen conveniente de acuerdo a lo que quieren para su vida. Yo respeto. Además no me siento convencida de que la prisión solucione algo.

Generalmente las madres acompañan a la hija, sobre todo cuando son menores de edad y me gusta que vengan juntas porque ambas se benefician. Cuando empiezo a trabajar con la hija, si la madre vivió también abuso sexual, escucha y se va sintiendo mejor. La incluyo en la conversación. Y lo que comenta da pie a que tengan conversaciones que las ayude a acercarse más. La madre puede ofrecer lo que le ha ayudado a ella y puede ser un ejemplo para la hija porque salió adelante y siguió con su vida, a pesar de haberlo vivido. Lo que desmiente la idea de que "quedan traumadas de por vida".
  
A veces las  madres que han vivido abuso sexual son sumamente cautelosas a los extremos de  no permitir a ningún varón que se acerque a sus hijas, intentan protegerlas. Y esto es muy importante, entenderlas en vez de criticarlas. 

Una mujer joven que vivió abuso por su padre me preguntaba si era conveniente que su esposo le cambiara pañales a su bebé o si pudiese permitirle a su hermano que cargara a su hija. Le pregunté “¿de los hombres que conoces, cuantos han sido abusivos y cuantos han sido respetuosos?" Los hombres respetuosos que ella conocía eran bastantes. Reflexionamos  que no todos los hombres son abusivos. Desmintiendo la idea de que "todos son iguales".

Si la madre se da cuenta de que fue víctima, la apoyo en su lugar de madre y buscamos manera en que pueda apoyar a la hija, sobre todo si es una menor, si la hija es adolescente podemos buscar entre las tres, maneras en que puedan darse la mano. De alguna manera reflexionamos sobre cómo la sociedad favorece de algún modo el distanciamiento de las hijas y las madres con los discursos de que las madres son "demasiado" algo: cuidadosas, protectoras o distantes o trabajadoras que "abandonan", digo les llaman hasta "esquizofrinizantes" e "incestuosas". Yo comento con las chamacas, ¿quién está ahí cuando necesitas algo o cuando te enfermas? "Ella", me dicen, señalando a la madre. Entonces ¿cómo que es la mala del cuento? les digo. Generalmente sonríen.

Mi intención al escribir esto deconstruir las ideas que dominan que culpabilizan a las madres de lo que les pasa a las hijas, sobre todo con este tema del abuso sexual. Ya va disminuyendo esa idea, en comparación a cuando empecé a trabajar con el tema, hace unos 20 años, pero todavía prevalece. Mi manera de hacerlo ha ido cambiando con el tiempo y con los aprendizajes que voy teniendo con las Prácticas Narrativas.


GARCIA C, Surrey J, Weingarten K editors: Mothering against the odds: diverse voices of contemporary mothers. The Guilford Press 1998 USA

KAMSLER A.: Her-story in the making: Therapy with women who where sexually abused in childhood. En White C. & Denborough D.:Introducing Narrative Therapy: a collection of practice-based writings. Dulwich Center Publications 1998. Australia

VAZQUEZ Mezquita Blanca: Agresión sexual: Evaluación  y tratamiento en menores. Siglo XXI Editores 1995.

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