Con mucha frecuencia me he encontrado psiquiatras y/o
terapeutas que me comentan que en las mujeres que los consultan en muchas de
ellas está el antecedente del abuso sexual.
Me lo refieren así, como un “antecedente”, casi igual a “apendicectomía”
o a “fractura de húmero a los 10 años” y no hay una relación entre este
“antecedente” y lo que las mujeres viven, generalmente se hace un diagnóstico
médico/psiquiátrico y se les da medicamentos.
Adams-Wescott (1993) refiere que una experiencia traumática
rara vez permite que la persona sienta su agencia personal. Las personas sujetas a esos eventos se
perciben como controladas por una fuerza o una persona externa, llegando a
pensar que tienen poca habilidad para
afectar sus circunstancias, lo que las lleva a descalificarse, y sentirse
desvalidas e incompetentes. Esto crea
una manera de ver la vida que solo le permite notar la información que refuerce la visión que tiene de sí misma
de desvalida, siendo ciega a los aspectos de su vida que contradicen esa
historia. Un ejemplo de esto es cuando,
empezamos a trabajar lo que hicieron para defenderse o cuando pregunto qué es
lo importante para ellas que el abuso no le ha quitado, a veces no entienden mi
pregunta y no saben que decir.
Muchas veces, las niñas y los niños no manifiestan síntomas
hasta que llegan a la
adolescencia, nos comenta Hindman (1999) porque a veces no
tienen claro que les pasa, y por que escuchan todolo que se comenta en el
contexto cultural que rodea a las jóvenes al ir creciendo.
Una mujer de 30 años me contó que cuando abusó de ella su tío, su
hermana llegó instantes después de que sucedió y por algún motivo algo sospechó
que le preguntó “¿qué pasó, qué te hizo?” y ella recuerda que solo le decía “no
sé, no se”.
Cuando la niña va creciendo escucha que las mujeres son
“provocadoras”, que solo violan a las “voladas” o que las violan por como se visten y todo lo que
envuelve la cultura en la que vive la mujer: Que deben ser
puras; que no deben estar “manoseadas”; que los hombres las quieren vírgenes y
puras; que ellos quieren ser los primeros; y, que a las mujeres manoseadas
nadie las quiere y/o son malas y voladas, con toda la connotación negativa que
ya conocemos. Y los niños, que también son abusados por hombres, al crecer se
preguntan “¿qué habrá de femenino en mí?”, “hombre con hombre igual a
gay”. O si sintió placer “¿seré
homosexual?” y entonces vienen las manifestaciones que no hubo inmediatamente
después del abuso o aumentan al llegar a
la adolescencia los que ya existían
Después de la experiencia de abuso y de pensar en el secreto
y la culpa, la niña responde a los miembros de la familia y a otros, en
maneras que les lleva a considerar que
está “loca” o que es “fatal” o que está “perturbada”, puede actuar sexualmente
(a veces llegan a la consulta porque la madre o los maestros refieren que es
“precoz sexualmente”) o tener cambios de humor, ser agresiva, y la familia
responde con castigos o buscando ayuda profesional (Kamsler 1993). En mi
experiencia es común que la primera consulta fue al psiquiatra y me llegan
medicadas. El ofensor puede continuar con el abuso, sobretodo cuando es
incestuoso, continua Kamsler (1993,1998) y todas estas situaciones sirven para
reforzar a) los patrones de
comportamiento alrededor del secreto y b) las creencias que la niña va
desarrollando de sí misma: “no soy buena”.
Destapar el abuso y que no le crean aumentará lo anterior, si le creen y la apoyan, hay una interrupción
de lo que estaba establecido, y hay más apertura en las relaciones de la madre
con sus hijos, nos dice Kamsler (1993,1998).
A mi me impresiona el cambio que veo en las personas de cualquier edad,
pero sobretodo en niños y niñas, cuando reflexionamos que no tienen la culpa de
lo que pasó y que el ofensor es el único responsable. De hecho, el que la madre le crea, hace que
la niña se sienta mucho mejor. Yo les
digo a las madres que eso es el “95% de lo que se necesita para la
recuperación”.
ADAMS-WESRCOTT
J., Dafforn Thomas A., Stern P.: Escaping victim life stories and
co-constructing personal agency. En therapeutic conversations edited by Stephen
Gilligan and Reese Price. W.W. Norton&Company 1993 USA.
HINDMAN
J. Just before dawn. Alexandria Associates 1999. USA
KAMSLER
A.: La formación de la imagen de si misma. Terapia con mujeres que sufrieron
abuso sexual durante la infancia. En Terapia del abuso sexual, Durrant M y
White ch. Compiladores, 1993 gredisa editorial
KAMSLER
A.: Her-story in the making: Therapy with women who where sexually abused in
childhood. En White C. & Denborough D.:Introducing Narrative Therapy: a
collection of practice-based writings. Dulwich Center Publications 1998.
Australia
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