Al describir las manifestaciones del abuso sexual mi
intención es que se entiendan las consecuencias de esta injusticia y al
observarlos poder detectarla y así invitar a cuestionar las ideas
dominantes que hay sobre el tema y sus efectos. Detección, es mi intención, no
hacer creer que las personas están “dañadas”, “traumadas”, que es la idea
generalizada. Aunque es cierto que el
abuso sexual lastima mucho a las personas, de alguna manera éstas hacen lo
posible por salir adelante, y de esta manera hay que ver estas manifestaciones,
como un esfuerzo de las personas para continuar con su vida.
Prefiero hablar de manifestaciones y no de síntomas porque
ésta última nos lleva a la idea de enfermedad.
Las personas que vivieron abuso sexual sufren las consecuencias de esta
injusticia, de alguna manera son “entrenadas” por el ofensor y la sociedad a
creer ciertas cosas de ella mismas, y esto afecta su vida de muchas maneras. Al
cuestionar las ideas dominantes e invitarlas a vivir de acuerdo a sus
preferencias, esas “manifestaciones” desaparecen.
De unos siete años a la fecha (2013), programas en la
televisión muestran historias de mujeres que salen adelante tras haber tenido
una experiencia de abuso sexual y/o violación. Y se ha difundido la idea de que
esa experiencia es una injusticia, y he notado que se traduce en que las
mujeres aprenden que no es su culpa, y en la medida de que se expone que el
abuso se llama así porque alguien de más poder que ellas, se aprovechó y que
ellas hicieron lo que pudieron para defenderse, es posible que continúen con su
vida sin los efectos del abuso que enseguida menciono. Esto de alguna manera
confirma que aunque sea una experiencia muy desagradable, no necesariamente
quedan “traumadas de por vida”. Además también depende del contexto, a veces
las niñas no quedan “traumadas” porque los adultos que las rodean las protegen
y de alguna manera les hacen sentir con sus acciones que el responsable es el
agresor: ya sea que ven que lo regañan, le dejan de hablar, lo corren, se
separan (en caso de que sea la pareja) etc.
Todas las manifestaciones que vienen a continuación están
bajo la influencia de un pensamiento estructuralista, listado de síntomas, sin
tomar en cuenta el contexto (los factores sociales que influyen en la
problemática) ni la doble escucha, es decir la de la historia del trauma y la
historia de lo que la persona hizo para resistirse, protegerse, minimizar el
daño y proteger lo que es valioso para ella (White 1995 y 2006).
A continuación describiré los efectos o las manifestaciones
del abuso sexual los cuales están sujetos a muchas variables y son mencionados
por los autores referidos coincidiendo con mi experiencia cuando no conocía el
trabajo de las prácticas narrativas. Es
decir, llegué a ver mucho de los síntomas mencionados. Ahora que trabajo con la doble escucha, mi
experiencia es radicalmente diferente.
De todas maneras lo dejaré así porque es de mi interés que se de a
conocer esta problemática y quizá es más fácil si inicio con esta manera
tradicional de trabajar y poco a poco muestro mi evolución hacia las prácticas
narrativas. El tiempo en que trabajé con
la manera que me enseñaron en la escuela, es decir, la psicología que domina, me
ayudó mucho, no lo voy a negar, pero la manera de trabajar con las prácticas
narrativas es mucho muy diferente y me gusta más. Es muy respetable si alguien prefiere esta
manera tradicional o estructuralista de trabajar. Entonces, de acuerdo a esta
tradición, las manifestaciones dependerían de:
- La duración y la frecuencia: aunque solo suceda en una ocasión puede sentirse mal y con algunos síntomas sobre todo con dificultades sexuales o una autoestima muy baja, no se diga si duró meses o años. A más frecuencia y duración más dolor, aunque puede haber excepciones.
- La relación con el ofensor: no es lo mismo que sea el papá o el vecino. Cuando es incestuoso (padre, hermanos, tíos, primos) puede ser más traumático que si es un desconocido o alguien que no sea de la familia.
Una señora pensaba que su hermano “la
había manoseado” fue una sola vez y ella
se sentía muy mal, eso la hizo irse de casa y casarse a los 15 años. Cuando
entró a terapia, y en el proceso, se dio cuenta de que no había sido su hermano
sino su papá. Su hermano le llevaba solo
dos años y ya como adulta, recordó que fue un cuerpo adulto el que se acercó
cuando ella tenía 6 años. Esto le afectó
mucho, sentía que era peor que fuera su padre.
- Si hubo violencia o seducción: cuando hay violencia es más traumático. Pero la seducción las hace sentirse muy culpables por sentirse cómplices. Con seducción se presenta más culpa; con violencia más disociación y/o comportamiento autodestructivo.
- La edad de la víctima cuando todo comenzó: en la etapa pre-verbal es más comun encontrar flashabacks o como Briere (1996) los llama “memorias o recuerdos intrusivos”.
- Si nunca lo dijo: se queda con la culpa, no hay quien desmienta. Con toda la cascada de: “es mi culpa, no merezco nada bueno, no soy buena...”
- La reacción de las personas importantes para la menor cuando rompió el secreto, si le creyeron o no, cómo reaccionaron en la familia, a veces las culpan por destaparlo, o por “separar” a la familia, lo que hace que la experiencia de abuso tenga significados más negativos. Se instala la culpa y la vergüenza con más intensidad (Yau Check-Wai 2006)
- Los recursos emocionales que tiene.
Recuerdo a una muchacha abusada por su padre que me contó que ella
en un rincón lloraba y se daba besos y se decía “yo te quiero mucho”, cuando
creció lo contó a sus amigas y rezaron y la ayudaron mucho, según me dijo ya de
adulta. Ella tenía muchos recursos
(internos y externos, sus amigas) y salió adelante. Incluso, había perdonado a
su padre y tenía una relación con él más balanceada. Necesitó poco tiempo en
terapia.
En otra ocasión una jovencita de 15 años quien vivió incesto por
su padre, me contaba con mucha tranquilidad que ella iba a estudiar mucho para
llegar a ser una buena abogada y meter a la cárcel a los ofensores.
- Las relaciones afectivas y de apoyo que tenga, como las amigas, que acabo de mencionar en el punto anterior, o si hay adultos que la protejan de más abusos, si la niña cree que la persona que fue abusiva tiene un problema y es responsable, probablemente no desarrolla consecuencias a futuro por esta experiencia, como nos dice Adams-Wescott 1993, y Herman (1997) comenta lo mismo “ una respuesta de apoyo de las personas puede mitigar el evento, mientras que una respuesta hostil o negativa puede intensificar el daño y agravar el síndrome traumático”. si no le creen o la culpabilizan, el malestar y la culpa aumentan. Si la familia mete denuncia o regaña al ofensor, indirectamente la desculpabiliza y esto la libera, lo he confirmado en mi trabajo con niños y niñas o con adultas.
Una mujer me contaba como ella había vivido abuso sexual por un
trabajador de un rancho cuando era niña.
Ella sintió horrible, me comentó, pero se lo comentó a su nana. La reacción de ella fue algo así como “viejo
cochino, cómo se le ocurre” con un coraje, que a ella le quedó claro que no
hizo nada malo, está como un recuerdo pero no tiene ni tuvo un impacto en ella.
- Tipo de actividad sexual: cuando hay penetración (con el pene o con el dedo, o en vagina, recto o boca) parece ser más traumático, quizá por ser más invasivo, aunque no necesariamente. Probablemente tenga que ver con la cultura que aun exige virginidad a las mujeres y éstas se sienten muy culpables cuando sienten que la “pierden”, o porque se hace diferencia (la ley la hace entre estupro y atentados al pudor). Cuando no hay penetración dicen que “no pasó nada”. Podría estar asociado también al dolor que implica por la penetración. Otra posibilidad es que la penetración está relacionada al dominio y el sometimiento, y eso de decir “no pasa nada” cuando no hay penetración, es como una idea dominante heterosexual (Almaas & Pirelli 2011).
Una señora en su primera sesión me dijo que había sido abusada
sexualmente cuando tenía 5 años, había sucedido solo una vez y sentía que le
afectaba mucho, que lo tenía a diario en la mente. El responsable era su tío materno. El tío la “escogió” de entre sus tres
hermanas, las mandó a la tienda y le dijo “tu ven para acá, tu quédate y cerró
con llave la puerta. Se sentía tan mal
que en esta primera sesión no quería platicarme qué fue lo que pasó. Con este ejemplo vemos que fue una vez, y la
manera es violenta, lo que impacta mucho en la persona.
La próxima semana hablaré ya más específicamente de manifestaciones físicas y emocionales.
ADAMS-WESRCOTT
J., Dafforn Thomas A., Stern P.: Escaping victim life stories and
co-constructing personal agency. En therapeutic conversations edited by Stephen
Gilligan and Reese Price. W.W. Norton&Company 1993 USA.
ALMAAS
E. & PIRELLI E.E.: Talking about Sexuality with survivors of sexual abuse.
The International Journal of Narrative Therapy and Community Work 2011. No. 2.
Dulwich Centre Publications.Australia
HERMAN
J.: Trauma and Recovery, the aftermath of violence-from domestic violence to
political terror. Basic books 1997 USA
WHITE
M.: Naming abuse and breaking from its effects. En Re-Authoring Lives:
Interviews & Essays. Dulwich Centre Publications 1995. Australia. En
español: Reescribir la Vida, Entrevistas y Ensayos. Gedisa editorial 2002.
Barcelona
WHITE
M.: Working with people who are suffering the consequences of multiple trauma:
a narrative perspective. En Trauma: Narrative responses to traumatic
experience. Edited by David Denborough. Dulwich Centre Publications 2006.
Australia
YAU
CHEUK-WAI Delphine: Taking a journey with young women who are subjected to
sexual abuse within families. The international Journal of Narrative therapy
and Community Work: Working with young people.
Edited by Dulwich Centre Publications #1, 2006 Australia.
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