domingo, 27 de octubre de 2013

Abuso Sexual y los Diagnósticos


Cuando empecé a reunir información, el diagnósticóstico que estaba de moda por decir así, era el borderline o limítrofe, ahora se habla mucho del Trastorno bipolar, y si antes todo mundo era “border” aun de broma, ahora todos son “bipolar”.  Es impresionante lo fácil que los diagnósticos psiquiátricos pasan al lenguaje cotidiano para etiquetarnos. En ese entonces empezaron  a llegar las mujeres al lugar donde trabajo que se identifican con este diagnóstico, ambas habían sido violadas, y al reflexionar juntas, desmintiendo las ideas que dominan sobre este tema, se sintieron mucho mejor, despareciendo la idea del diagnóstico.

 Los diagnósticos van cambiando, también hay “modas”.  Cuando empecé a reunir información, finales de los 90s principio del 2000, el trastorno de personalidad borderline era el más común aplicado a las mujeres que habían vivido el abuso sexual.  Los psiquiatras o los psicólogos/as no hacían relación del sentir de las mujeres con la injusticia vivida, me interesé por hacerlo a mi modo. Mis intenciones son que se vea y entienda la injusticia y en la medida de lo posible quitar esa etiqueta, la del diagnóstico, que a mi parecer no ayuda y no resuelve nada, y solo estigmatiza.  Parecería que quien vivió el abuso es una persona enferma merecedora de ese diagnóstico y a la cual hay que medicar, quedando invisible la injusticia que vivió y que al no ser reconocida sienten muchas cosas.

Ahora bajo la influencia de la terapia narrativa no hago un diagnóstico, sino que trabajo con la persona con el nombre que ella le quiera poner al problema.  Generalmente llegan diciéndo que vivieron abuso y vemos cómo ha influido eso en su vida.  Ya hablaré más delante de esto.

Comúnmente en psicología se responsabiliza a la mujer de lo que le pasa a ella, a su matrimonio y a sus hijos, como si ella fuera la única adulta y no hubiera un padre o un esposo o pareja. Se busca en su carácter rasgos de enfermedad para explicar lo que vive en manos del agresor  (Herman 1997) y este alcanza su máxima expresión en el abuso sexual, la violación y la violencia intrafamiliar. Los diagnósticos se hacen como si todos los participantes tuvieran la misma responsabilidad cuando no es así. Se hacen diagnósticos como desórdenes de la personalidad y no se busca la relación  del contexto entre la experiencia traumática del abuso del poder, (sobretodo cuando es crónico como en el abuso sexual incestuoso que puede durar años) y los efectos de esto en la vida de las personas. Así, se tiende a culpar a la madre del abuso de sus hijos o a la mujer en el caso de violación y el agresor recibe la menor atención porque todo se centra en la mujer, sus sentimientos y se olvida enfocar que es una injusticia y en desmentir las ideas que la acompañan.

Herman (1997) refiere que el abuso físico o sexual en la infancia parece ser el principal factor que lleva a los adultos a buscar tratamiento psiquiátrico y que el nivel de estrés es mucho más alto que en otras personas que no lo sufrieron. Las cosas han ido cambiando y ya se habla más de esto, las mujeres, sobretodo adultas han aprendido que no son responsables de las acciones de sus atacantes. Las redes sociales favorecen la expresión, hay más información y a veces quizá hasta apoyo. 

Briere (1996), Curtois (1988), y Herman (1997) refieren que las personas que vivieron abuso sexual presentan mucho más insomnio, disfunciones sexuales, disociación, enojo, síntomas suicidas, automutilación, adicción a drogas y alcoholismo que los que no lo vivieron. Señalo esto porque es la base para que se ganen este diagnóstico y si no se escucha a la persona buscando desde cuando empezó todo esto y relacionándolo con le experiencia se deja de escuchar y se hacen teorías que no suelen ayudar mucho.  Actualmente me he encontrado con el otro extremo, se reúnen una cantidad de sentires de las personas y se les asegura haber vivido abuso sexual, quizá con las mejores intenciones de ayudar pero sin escucharlas y solo ellas puede saber si lo vivió o no.  como terapeutas podremos sugerir la posibilidad pero la persona que nos consulta tiene la última palabra. Ella sabe más de su vida que nosotros.

Las personas que vivieron abuso sexual rara vez acudían a consulta por este motivo, buscaban ayuda por dificultades como las que acabo de mencionar y en sus relaciones de pareja o con sus hijos, enojo desproporcionado, y/o ansiedad y era difícil que el o la terapeuta lo relacionara con la historia de abuso crónico, o le diera crédito como causante de los síntomas que presenta cuando la persona lo menciona. Ya últimamente se ha difundido más información al respecto y a veces pasa que si la persona menciona que vivió abuso, cualquier cosa sea visto como consecuencia del mismo sin explorar bien el contexto o el sentir de la persona, como por ejemplo la timidez o el gusto por la soledad. 

En varias ocasiones he sido consultada por depresión. La persona que me consulta hace referencia a esa tristeza de mucho tiempo “sin causa aparente”, que puede ser acompañada de  ansiedad o intentos suicidas, o con lastimarse a ellas mismas y no es sino hasta que pregunto “¿alguna vez alguien te tocó de una manera que no te gustó?”,  veo lágrimas en sus ojos y asienten. Entonces empezamos a platicar y a desmentir las ideas que dominan en este tema, y la persona se va muy distinta de como llegó. A la siguiente cita suele decirme que está mucho mejor y más tranquila. 

No es magia, solo es tomar en cuenta el contexto y desmentir todas las ideas de defectuosa, del trauma y el daño escuchando a la persona. Como dice Kamsler (1993) citando a White y Epston: se considera que los problemas se desarrollan en el lenguaje y en la conversación de las personas implicadas en ellos. Si fuera para las mujeres "un honor" tener contactos sexuales a temprana edad, ¿se sentirían tan mal? Claro que no. A veces más que el tocamiento del abuso, lo que influye es toda la idea de la mujer sucia  y mala o indecente que acompaña a la experiencia, más las conversaciones con el ofensor. Ya hablaré de esto más adelante.

Herman (1997) refiere que las personas que vivieron abuso generalmente acumulan varios diagnósticos diferentes antes de reconocer la experiencia traumática. Para ella el mejor es trastorno por estrés postraumático porque da por sentado que vivió algo muy duro y se aplica también a otro tipo de asaltos, o a personas que estuvieron en la guerra y recibe más comprensión. Este diagnóstico lo están usando en otros países. El diagnóstico que más frecuente obtienen es el de personalidad borderline, con toda una connotación negativa, acusadas de manipulación, catalogadas de difícil manejo y de mal pronóstico, es decir, que difícilmente salen adelante. Estas personas tienen síntomas que se traslapan unos con otros como depresión, ansiedad, quejas psicosomáticas incluyendo dolores de cabeza, dolores inexplicables, síntomas gastrointestinales.  Además de dificultades en sus relaciones.  Este patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas es generalmente el criterio mayor para este diagnóstico y es muy injusto a mi parecer.

Herman (1997) en sus investigaciones con los pacientes diagnosticados como borderline ha encontrado trauma severo en 81% de los casos. Curtois (1988) refiere que en dos estudios sobre pacientes borderline encontraron 75% y 86% de casos de incesto y Briere (1996) y Phillips & Frederick (1995) coinciden con ella.  Incluso Curtois (1988) refiere que este diagnóstico tiene que ver con género ya que las mujeres dirigen su rabia hacia sí mismas, y tienen comportamientos autodestructivos  que las catalogan como borderline y los hombres dirigen su rabia hacia fuera, obteniendo un diagnóstico de personalidad antisocial, psicópata o sociópata y no es tan negativo porque hasta hacen películas de ellos.

Aunque ya trabajo esto de manera diferente, en la siguiente entrada describiré lo que es el trastorno borderline y lo compararé con lo que viven las mujeres. Esto lo hago porque he visto que en las escuelas siguen enseñando las cosas de esta manera, tradicional, sin tomar en cuenta los contextos y las investigaciones feministas que han transformado esta manera de pensar sobre los problemas e injusticias que viven las mujeres. La terapia narrativa es muy nueva, hay mucha información en inglés pero no en español, por eso quiero compartirles mi experiencia y la traducción de lecturas a través de este sitio.



BRIERE J.: Therapy for adults molested as children. Springer Publishing Company 1996.USA
CURTOIS C.: Healing the incest wound. Norton & Company 1988. USA

PHILLIPS M. &FREDERICK C. : Healing the divided self:clinical and Ericksonian hypnotherapy for post-traumatic and dissociative conditions. W.W. Norton & Company 1995, USA
HERMAN J.: Trauma and Recovery, the aftermath of violence-from domestic violence to political terror. Basic books 1997 USA
KAMSLER A.:La formación de la imagen de si misma. Terapia con mujeres que sufrieron abuso sexual durante la infancia. En Terapia del Abuso Sexual. Durrant y White compiladores. Gedisa editorial 1993 Barcelona.