lunes, 7 de octubre de 2013

Abuso Sexual, introducción, parte 2


La mayoría de las veces escucho el daño que hace y la herida que deja una experiencia de abuso sexual. Se hace mucho énfasis en los síntomas: insomnio, depresión, disfunciones sexuales, dificultades en las relaciones. No podemos sólo trabajar “el síntoma” (lo pongo entre comillas porque las personas no están enfermas) sin tomar en cuenta los factores sociales que influyen. Cuando empecé a escribir este libro, hace quizá más de 10 años, se sabía poco de esta problemática. 

Primero aprendí todos los síntomas que podían deberse a una experiencia de abuso y mi intensión era que se conocieran para que los y las terapeutas pudieran relacionarlo y atender mejor a las personas que lo vivían. 

Después aprendí que saber que la persona que lo sufre no tiene la culpa, que va a poder salir adelante, y que de alguna manera lo ha hecho ya,  puede significar una gran diferencia. 

Michael White  (2006) comenta que las personas no son un recipiente pasivo el trauma que vivieron, hacen lo mejor que pueden para resistirse y superarlo. Lo que hacen las personas va de acuerdo con lo que es importante para ellas, tiene que ver con sus intenciones, sus sueños y esperanzas. 

Quizá ahora esto parecerá muy obvio, pero mi deseo de compartir mi experiencia nació precisamente de escuchar con frecuencia que terapeutas sin querer culpaban a las personas con preguntas inocentes como ¿por qué no gritaste? O a las mamás al responsabilizarlas  con preguntas como ¿y donde estaba usted cuando eso pasó?

 Me di cuenta de lo importante que era preguntar ¿qué hiciste cuando eso pasó?, ¿cómo respondiste? Así descubrí que si "no habían hecho nada" era por miedo a que les fuera peor y esa es una manera de protegerse, entonces ¡SI HICIERON ALGO! Al "no hacer nada" impidieron que les fuera peor. 

Con el tiempo, se han ido difundiendo las ideas de género y violencia y las cosas van cambiando, aunque no mucho en las escuelas, donde del tema casi no se habla. Y aun se habla mucho más de los síntomas y no de las respuestas y su relación con las habilidades de las personas.

He ido aprendiendo cada vez más sobre la Terapia Narrativa de Michael White y David Epston y mi forma de trabajar ha ido cambiando con el tiempo. Empecé a reunir información con lo que había aprendido en psicología tradicional, es decir, desde un punto de vista estructuralista y con el tiempo he ido cambiando a una visión más post-estructuralista, por la influencia de la terapia narrativa. Y aunque este libro no es muy “narrativo” en el sentido estricto de las ideas de esta terapia, creo que puede ser de utilidad y tiene su influencia.

Mi interés es compartir la experiencia que he recogido a lo largo de tantos años. Cuando yo empecé a trabajar este tipo de problemas había muy poca información y toda ella en inglés. Primero empecé a traducir partes de libros que me parecían interesantes para compartirlo con mis compañeras de trabajo, y la información fue creciendo…Hay tan poca literatura en español y la poca que hay suele culpara a las madres y a no tomar en cuenta los contextos que rodean a esta problemática.  

Me parece importante aclarar que me referiré al ofensor como masculino y a la que sufre el abuso sexual como femenino porque así es en la mayoría de las veces. En ningún momento pretendo negar que los hombres también lo sufran o que las mujeres puedan ser ofensoras. Y para ello hay todo un capítulo.



WHITE M.: Working with people who are suffering the consequences of multiple trauma: a narrative perspective. En Trauma: Narrative responses to traumatic experience. Edited by David Denborough. Dulwich Centre Publications 2006. Australia


No hay comentarios:

Publicar un comentario